Tuesday, November 13, 2007

El tío Ben y los héroes cotidianos.

Desde aquella tarde en casa de Josefina mi mente ha girado en torno a las críticas que ella hizo ante mi futil intento por hacerla sentir mejor y alejarla de las penas que la aquejan, deteniéndome una y otra vez en la forma que usó para decirme que soy un hombre común y no el héroe que trato de ser gran parte del tiempo. Me hizo llorar, lo reconozco, tanto por ver a quien muchas veces ha sido mi sostén emocional atrapada en un problema que me resulta inexpugnable, como por lo hiriente de sus dichos, los que contrastan profundamente con otras ocasiones en que no ha dudado en defender esta extraña cualidad mía -tan absurda e innecesaria para algunos- que es buscar ser una buena persona y ayudar a los demás. Esto ha causado incluso que rehuya el contacto con ella, brindándole un apoyo lejano a través de los medios que entrega la tecnología.


Sin embargo, el pasado domingo volví a encontrar esperanza en una instancia que suele generarme el efecto contrario, como es la lectura del periódico. Ocupando un considerable trozo de página se presentaba una noticia de la ciudad brasilera de Palmeira, lugar donde un menor de cinco años le recordó al mundo que en la cotidianidad todos podemos ser héroes. Vestido como "el amigable vecino" Spider-man, Riquelme Wesley dos Santos no dudó en interrumpir su juego infantil para enfrentar las llamas aue consumían una casa vecina y rescatar a Andriele, una pequeña de 22 meses. Siguiendo el ejemplo de la creación de Stan Lee, el niño no sólo arriesgó su vida en el rescate sino que también rechazó la recompensa que se le ofreció tras el rescate.

Dentro del comic el tío Ben enseña al joven Peter Parker que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, lección que se ve manifestada en el heroísmo del menor de Santa Catarina. Riquelme no posee ningún poder que lo diferencie del resto de los hombres y aún así se convirtió en un héroe al utilizar algo que es inherente a todos para salvar a su pequeña vecina. Es esa elección la que lo hace diferente, una opción que todos debiéramos tomar pero que en definitiva somos (sí, SOMOS) pocos los que lo hacemos. Eso es lo que define a un héroe.

Pero a pesar de creer que -como dijo la tía May en Spider-man 2- hay un héroe en todos nosotros, también es cierto que el peor enemigo que podemos enfrentar es el que mora dentro de nosotros. Contra él no nos sirve el heroísmo ajeno, debemos luchar por nosotros mismos aun cuando sí nos pueden ayudar. Es por eso que Josefina debe ser su propia heroína y yo, como su amigo, sólo puedo ser su sidekick en el momento en que ella lo necesite y, en especial, lo solicite. Hasta entonces la única ayuda que puedo brindar es estar a su lado.
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Amiga, te quiero un millón. Ojalá pronto salgas de esto.