Monday, June 02, 2008

De Elektra y Eros

Me he dado cuenta durante las últimas semanas (aunque antes de forma más somera) de lo recurrente que es para la mayoría de las mujeres que conozco el decir que todos los hombres somos iguales. En honor a la verdad debo confesar que también he caído en generalizaciones de ese tipo al referirme a ellas, pero tal como hago yo ahora no son pocas las excepciones que han salido a mi camino para declamar contra mis palabras con dientes y uñas. De igual manera se vuelve necesario reconocer que la tendencia a generalizar tiene su fundamento en rasgos que parecen inherentes a cada género, algunos de los cuales serán tocados tangencialmente en las siguientes líneas. A pesar de esto, he decidido partir mi escrito proponiendo el uso de la palabra casi antes de nuestros comentarios y así evitar afectar a las excepciones existentes en los bandos en disputa.


Bueno, mis palabras estarán dedicadas entonces a casi todas las mujeres, aunque quizás también a más de alguna fémina excepcional y casi perfecta.


Comienzo por declarar que no soy en ningún caso uno de esos defensores acérrimos del pensamiento de Jung, pero aún así debo coincidir con el psiquiatra suizo en algunas de sus propuestas al ver que no son pocas las mujeres que basan su vida sentimental en la búsqueda de una pareja que se ajuste a los parámetros de la figura paterna que tuvieron. En la teoría esto no parece tan terrible, pero en la práctica bien sabemos que los padres no son perfectos y que nadie les enseña a enfrentar la midlife crisis o crisis de la edad "madura", momento en que muchos hombres terminan convirtiéndose en idiotas o unos verdaderos hijos de puta (si acaso no lo eran antes). Es así como sin reparar siquiera en los hombres buenos que haya a su alrededor ellas salen una y otra vez con idiotas, aunque con mayor frecuencia con hijos de puta.


Estas mujeres tienen además la mala costumbre de tener un amigo cercano al que le cuentan todo, aún sabiendo que el amigo en cuestión involucra otros sentimientos en la relación. En este mundo alterno surgen otro tipo de frases generales, justo en el momento en que se refugian en el amigo en busca de consejo y cariño, como la torpe "¿por qué no salgo nunca con hombres como tú?". Es típico también ver como dentro de las confesiones y los cuestionamientos que hacen surjan justificaciones para seguir babeando por los patanes, en especial aquellas que apelan al amor que sienten por tales hombres -aunque en realidad tiene más atisbos de dependencia-, instante en que el fiel consejero apela al amor propio de su sufrida amiga, lista de todas las características positivas incluída; sin embargo, por más que las mujeres aludidas reconozcan tal falencia, finalmente terminan volviendo con las alimañas que tienen como pareja/pololo/marido o saliendo con otro peor.


Pero también está el otro tipo de mujer afectada por esta extraña variación del mentado Complejo de Elektra, esa que toma la misma actitud que actualmente muestro y basada en similares frustraciones. De la misma forma que piensan que todos los hombres son igual de patanes que sus padres, es asimismo predecible que supongan que cualquier relación en la que se embarquen terminará en un fracaso, hecho que su vincula con la muchas veces inexistente proyección de familia que poseen basadas en el fracaso de sus propias familias. Y este escollo defensivo es quizás más difícil de superar que el vicio anterior, ya que las mujeres que se han acostumbrado a vivir tras él se enfrentan fieramente a la noción de estar equivocadas. Para ellas el lazo entre hombre y mal se superpone en todo momento a la simple idea de verificar la existencia de hombres buenos, aunque sea el mismísimo Spider-Man quien esté ante sus ojos. Las intenciones de un hombre bueno les resultan sospechosas ("algo malo debe tener"), una visión negativa que necesita del proceso de ensayo y error para ser superada, acción que no están dispuestas a ejecutar.


Tras este brevísimo análisis no me quedaría más que reafirmar la decisión tan controvertida de no aproblemarme ante las mujeres. Después de todo, con tanto lío psicológico es mejor esperar a una fémina excepcional que me provoque mariposas en el estómago y hormigueos en la piel antes que sacrificar tiempo y esfuerzo tratando de lidiar o solucionar estas problemáticas existenciales.

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