Friday, July 21, 2006

Día 0 (el viaje que casi no fue).

El jueves 13 de julio, Francisca y yo estábamos listos para partir en la pequeña aventura que nos habíamos propuesto, el enfrentar el misterio de Chiloé. Sin embargo, el destino nos tenía preparada otra sorpresa bastante desagradable -quizás por eso de ser 13-, el sumarnos a las estadísticas que esgrime la derecha para atacar a la concerta.
Los pasajes ya estaban comprados, los cigarrillos en la mochila y las ganas en el cuerpo, pero como era mediodía se nos ocurrió pasar a comprar algo para comer a un céntrico local como es el Burger King que está junto al Ministerio de Educación (nos bajó el consumismo neoliberal). Embobados quizás por la entretenida conversación, el humo de los cigarrillos o el alto contenido calórico de las hamburguesas al retirarnos del local nos dimos cuenta que algo faltaba.
Francisca me miró pensando que le estaba jugando una broma. Su bolso no estaba y con él se habían desvanecido sus documentos, hurto que me hizo temer que todo aquel proyecto de viajar se iba al carajo. Los pasajes estaban en mi bolsillo, pero mi mente ya se había alejado de la isla grande concentrándose sólo en apresurar mentalmente a los pacos (¿¡cómo pueden demorarse tanto desde una comisaría que está a 5 minutos caminando!?), en tratar de recordar algo que me pareciese sospechoso, en consolar a la Fran por la violenta desaparición de su música.
La visita a la comisaría fue un mero trámite -nos aburrimos de esperar y fuimos nosotros-, insuficiente e inútil, que sólo consiguió recordarnos lo mal que está el país, con su absurda democracia y su sociedad que no está pensada para evitar que estas cosas ocurran.
Lo importante es que a ninguno de los dos le pasó nada grave y que finalmente pudimos viajar -y volver- sin mayores inconvenientes.

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