Sunday, March 11, 2007

Otra más de TranSantiasco...

Para aquellos que aún no lo creen o no lo asumen -o para los que simplemente disfrutan con la desgracia ajena-, decidí escribir una vez más sobre la novedad del año, a.k.a. TranSantiago. Después de dos noches enfrentándome a su ineficiencia aquí van los resultados.


Domingo, cerca de la medianoche:
Mientras cruzo la Alameda a la altura de Exposición para tomar la micro, dos 401 se detienen en el paradero obligándome a correr. A pesar de las señas que hago desde el bandejón central -que estoy seguro fueron vistas por los "operadores"-, ambos troncales retoman su recorrido hacia la plaza de Maipú. 'Me pasa por caballero,' pensé (el que sabe, sabe).
Un rato después abordaba un bus pirata para llegar de una vez a casa y lo hice sin remordimiento alguno, ya que no esperaba que pasara otro troncal hacia Maipú en un buen rato. Llegué sin problemas a la plaza, entretenido con la fauna nocturna y esperando tener suerte para concluir el trayecto.
Con todos los trabajos que están haciendo en la plaza por la construcción del metro, opté por acercarme a la caseta de in-seguridad ciudadana para preguntar por dónde pasaba el colectivo. Sin embargo, la mina de la caseta me dijo que en unos 15 minutos pasaría la micro, ya que lo hacía cada media hora... y así fue! por lo que llegué sin problemas a la casa.

Sábado, quince minutos tras la medianoche:
Bruno me dejó en Alameda con Cienfuegos para tomar la micro. Con la garganta apenas por el resfrío y sin nada de suerte tras el carrete dieron veinte para la una, hora a la que pasó el troncal 401 por el paradero. A pesar de estar en el paradero correcto y haber espacio en la máquina, el conductor hizo caso omiso a la veintena de personas que hacía señas para detenerlo. Minutos después una segunda 401 hacía lo mismo que su predecesora.
Mención especial para carabineros, que apostados a metros del paradero en una "zapatilla" nada hicieron por detener a los hijos de puta que se pasaban por la raja las reglas del juego. Como no tenían que pegarle a nadie, se quedaron muertos de la risa dentro del vehículo ante la desesperación de los abandonados usuarios. Además, con ellos ahí los buses piratas no se detenían, así que estábamos cagados.
A la una recibí una llamada avisándome que me pasarían a buscar, así que me senté a esperar. A la una veinte se fueron los "amigos en su camino", así que quienes esperaban una 401 que nunca pasaría pudieron subir a una amarilla pirata. Diez minutos después me subía al auto, sin voz, con hambre y con sueño.


Con todo esto no queda mucho espacio para dudas sobre la ineficiencia del "plan maestro de transporte". Por ejemplo, ¿de qué me sirve tener buses de acercamiento cada media hora durante toda la noche si no se puede llegar a ellos más que en los vetados y perseguidos buses piratas? ¿De qué sirven los paraderos diferidos si de todos modos las máquinas no se detendrán? Tomando en cuenta que en la más de una hora que estuve ahí sólo pasaron la dichosa 401 y la 210, ¿cómo hace la gente de Pudahuel para llegar a casa a esa hora, tanto quienes trabajan como quienes carretean?
Si aún no crees que TranSantiago es como el pico tienes que ser muy laguista o muy hueón (o ambas).

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