Tuesday, March 06, 2007

Y así con las volás de cloro...

Viernes, mediodía, centro de Santiago... andaba comprando las entradas para el clásico y de pronto me vi caminando frente a La Moneda, la Tesorería General de la República como destino, mi mente pensando '¿qué carajo estoy haciendo?' Aclaro de inmediato que no iba a robar ni a cobrar mi sobresueldo.
Todo partió porque en Ticketmaster no había papel para imprimir las entradas, así que tenía que hacer tiempo mientras les llegaban más insumos. No sé si fue por el calor, el cansancio o la lucha contra el Transantiasco, pero tuve la loca idea de visitar en su trabajo a la Rosita, una mujer que no veía hace años si bien me habían comentado que todo este tiempo he estado presente en sus recuerdos.
La Rosa es mamá de una chica con la que salí antes de cumplir los 20 años. Sin embargo, desde que terminamos su hija me ha contado que no ha tenido pelos en la lengua para dar continuas listas de mis cualidades, incluso luego de casarse y frente a su marido. Yo no lo creía mucho, pero la misma Rosa me lo confesó varias veces en nuestra conversación.
Después de mi visita, la Rosita se quedó con otra cosa que agregar a la lista de cualidades y yo... yo me fui a comprar las entradas con una sensación rica en el corazón.

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