Monday, October 13, 2008

La medida justa es...

...entre 80 y 100 kilómetros. Al menos esa fue la conclusión a la que llegamos con una amiga al discutir el tema el sábado pasado.
Desde luego hablábamos sobre distancias y no tamaños. Para ser más claro, la idea era plantearnos la distancia perfecta que debe existir entre la casa de la pareja y la propia para que ni la cercanía ni la lejanía volvieran la relación un infierno. Y aunque para la mayoría resulte exagerado (y más de alguno considere que es poco), nosotros encontramos tanto cómodo como lógico mantener esos valores.
Para explicar la idea tengo que hacer una pregunta clave: ¿quién ha sentido alguna vez que la bruja o el psicópata de turno absorve todo su tiempo y/o lo paquea sin motivo cada cinco minutos? Si en este momento está justamente retándole porque está en internet en lugar de dedicarle tiempo, evítese problemas y no ponga cara de querer responder con otra cosa que no sea un 'no, amor, yo soy feliz contigo'. Si no es así, entonces puede admitir abiertamente que es una soberana lata que las cosas se hayan puesto tan mal y que es bastante ingenioso el saber sobreponer la distancia a una potencial falta de espacio y libertad.
Pero con 80 a 100 kilómetros puede evitarse además esas inesperadas llegadas que, si bien en algunas ocasiones son placenteras, la mayor parte del tiempo interrumpen un instante de descanso, estudio, trabajo o incluso gorreo. Como su pareja no querrá pegarse un pique tan largo y que usted no esté en casa, llamará para avisar de su visita dándole entre una y dos horas para ordenar la casa, esconder a el o la amante, cocinar algo rico para recibirle y echarse una manito de gato (o un zarpazo de tigre en algunos casos).
Como ven, aunque está hecho para nuestra realidad, la idea puede servirle también a más de uno de ustedes...

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