
Pensé que el aire nocturno me haría sentir mejor -en término concretos, menos peor-, pero mi mente fue bombardeada por pensamientos demasiado crueles, como
si los estuviese proyectando a mi peor enemigo. "¿Acaso pensabas que iba a ser de otra manera? Mírate al espejo, ¿crees que alguien te va a querer? ¡Deja de vivir de sueños, perdedor! Estás condenado a las frases cliché." La larga caminata sólo me mortificaba más, por lo que quedé casi convencido de esas dolorosas palabras.

Supongo que en lugar de cuestionar qué hay de malo en mí, debiera asumir de una vez por todas que a estas alturas mi corazón ya tendría que estar acostumbrado a la ocurrencia de hechos como éste. ¿Cuántas veces ya he pasado por esto? ¿Acaso no estuve escribiendo de Amor y Desamor por más de un mes? Por un instante, un par de lágrimas quieren escapar de mis ojos, pero las suprimo asumiéndolas como alguna extraña alergia a sentir lo que no debería, a escribir necedades y a viajar solo en la micro. Ojalá fuese verdad, pero por ahora sólo puedo confiar en que mañana lloverá y así nadie descubrirá que quizás me ponga a llorar.
La problemática se presenta precisamente en el mañana, en el enfrentar a quienes me rodean sabiendo que mi rostro está cargado de tristeza y frustración, en el tener que aparentar que hoy no ha pasado nada y que mis sentimientos son sólo una ilusión, en el asumir que la vida continuará sin darme tiempo de recuperarme de un nuevo fracaso, una nueva cicatriz. La problemática es que el mundo seguirá siendo mundo y yo seguiré siendo Connor, y ambas realidades siguen demostrando ser incompatibles.
Hoy sólo me queda una pregunta: ¿y qué hace uno con esta sensación de vacío que queda en el alma?
No comments:
Post a Comment