Thursday, September 06, 2007

Introspección al dolor

Ya no sé cómo hacer para sacarme tantas cosas que estoy sintiendo de la cabeza, del alma y, a estas alturas, incluso del cuerpo. No pensé que llegaría un punto en que ni siquiera escribir me ayudaría, pero aquí estoy, atrapado en un cúmulo de emociones que ya no quiero sentir y que causan que lo más irrelevante me haga daño. Las huellas físicas que ese dolor va dejando se hacen cada día más evidentes y temo que llegue un momento en que mi cuerpo no soporte tanta tensión.




Siento que la cabeza me va a explotar con cada movimiento que hago, pero el tratar de no moverme parece hacerme aún peor. Todavía más compleja es la incomprensión que existe en el entorno, recordándome que nadie me conoce en realidad, nadie ha querido conocerme y entender la complejidad que reviste estar en mi lugar. Después de todo, ¿quién podría o querría entender a alguien que parece sentir todo lo que pasa a su alrededor?




Es que esto que algunos consideran una bendición, la capacidad de sentir lo que ocurre a mi alrededor, lo que otros sienten, termina agotando cuando todos parecen recargarme con sus problemas y frustraciones. Me encantaría apagarme por un instante, bajarme del mundo y esperar que dé un par de vueltas antes de volver a subir. Pero no puedo porque sería como apagarme el corazón, dejar de ser quien soy y entregarme al sin sentido como el resto.




Lo peor de estos días ha sido la rabia, un sentimiento del que siempre me ha resultado difícil librarme y que en esta ocasión me está volviendo demasiado agresivo. He llegado a un punto en que siento que no puedo acercarme a nadie, ya que cualquier cosa que pase a mi alrededor podría hacerme estallar y no sé si seré capaz de controlarme. Lo único que ha podido calmarme con efímeras manifestaciones de afecto provenientes de la única persona que se ha preocupado realmente por mi estado, aun cuando hay tantos otros a mi alrededor.




En esta situación se ha vuelto más sencillo que se expresen todos los oscuros anhelos que erróneamente he reprimido con los años. Me resulta doloroso reconocerlo, pero tengo miedo de mí. Temo por lo que podría ocurrir si el odio acumulado por años llegara a salir de mi control, y es que estoy casi seguro que no sólo a mí me haría caer.




Al parecer hoy más que nunca debo recuperar el delicado equilibrio que perdí hace ya una década a causa de un dolor que aún arrastro. Si hay algo que nunca aprendí es a perdonar, hay traiciones que van más allá de mi capacidad de entendimiento y que se han repetido con los años de la manera más sútil. Me he mantenido en pie porque debo, porque soy el pilar emocional para muchos y ésa es mi verdadera esencia. Desde niño quise ser un héroe y éste es el precio que debo pagar.




Sólo quiero que esta situación se termine pronto...

No comments: