Friday, May 04, 2007

Capricho

Anoche soñé con ella...
...aun en el mundo onírico me vi atrapado por los lascivos deseos de ese romance prohibido, si acaso puede llamarse "romance" a los encuentros fugaces de noches olvidadas. Sin embargo, no quiero escribir sobre los roces de una realidad que no se atreve a ver la luz, sino a los que presencié en la irrealidad de los sueños.
A decir verdad, no es mucho lo que podría mencionar sobre la trama de mi sueño, excepto por el extraño cambio que se dio entre el desarrollo de un partido de fútbol con mis amigos y su aparición, seguida por un giro radical de la velocidad de la historia. No suelo tener sueños así, pero ellos son complejos y misteriosos después de todo.
Ahí estaba ella, junto a la cancha. con su cuerpo generoso y tentador. Me vi de pronto abandonando un juego para entregarme a otro, siguiéndola hacia un lugar desconocido. Mantuve siempre la distancia que ella suele solicitarme, como si quisiese que degustara lentamente su aroma. Sin darme cuenta estábamos en una habitación, donde ella se perdía tras la puerta del baño.
Quiero detenerme en esto un instante, ya que el lugar no era azaroso (al menos no lo sentí así). Parecía ser que do quier posaba mi vista se presentaban elementos cristianos, símbolo quizás de lo prohibido de la situación. Cruces, imágenes de santos, una biblia. Si bien no adhiero a esta cosmovisión, mi educación estuvo rodeada de situaciones que me destinaban a seguirla -cosa que no hice-, por lo que todo parecía cobrar sentido.
A pesar de saber que no debía ceder a la tentación, el tono de voz que utilizó al acercarse a mí -el mismo que alguna vez deseé que fuese sólo para mí- se sumaba a sus caricias, pidiéndome que me entregara como ella lo hacía. Y lo hice, como lo he hecho también en el mundo real.
Desperté sin esperanzas. No podía creer que fuese posible que incluso en la libertad que debiera entregarnos el mundo de los sueños me viese enfrentado a los mismos problemas que me acosan en la oscura (ir)realidad, pero además cayendo por los mismos errores. Por más que he querido (hoy y antes) olvidar todo esto, lo veo volver una y otra vez. Qué absurda me resulta esta atracción ahora, en la lejanía, pero no quiero siquiera cuestionarme lo que ocurrirá la próxima vez que la encuentre, en la realidad o en los sueños.

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