Wednesday, April 12, 2006

Parte I: Mi Compañera

La negra llegó a mi vida una tarde de otoño, negándose a partir a pesar que ha pasado ya más de una década, una década unidos por lazos que para la mayoría parecen tan frágiles por más que el tiempo se ha encargado de demostrarles que aquellos están profundamente arraigados en nuestros corazones. La distancia física se hace tan evidente en muchas ocasiones, pero de algún modo continuamos conectados, como si el destino dejara su caprichosa marcha a un costado para permitirnos disfrutar del cariño que nos tenemos.
A la negra la adoro, a pesar de sus errores (y los míos), la adoro porque sin importar cuántos años han pasado ella se las ha arreglado para estar conmigo incluso en los instantes en que nadie más pudo o quiso quedarse. La adoro porque de algún modo hemos madurado juntos, pero al reunirnos parece que el tiempo se ha mantenido inmóvil y basta que en nuestros rostros se dibuje una sonrisa para retornar una década.
Debo reconocer que alguna vez todo ese amor contenido traspasó los límites de la amistad, llegando a probar sus fugaces labios. Aún así, nuestra amistad siguió igual de fuerte tras las más duras pruebas a las que pueden enfrentarse una mujer y un hombre que comparten una relación así.
Luego de tantos años, no me sorprendería que termináramos casados, pero tampoco resultaría extraño que nuestra amistad perdure por los años que nos quedan por vivir. Lo cierto es que sin importar cómo termine (o continúe, para ser más precisos) nuestra historia, siempre ocuparemos un lugar importante en el corazón del otro.
Morena mía, te quiero un montón. Desde la distancia te mando un abrazo rande, rande y un besote infinito, cosa que no te olvides que no te olvido y que no olvido que no me olvides. Te amo, negrita.
(continuará)

No comments: