
A la negra la adoro, a pesar de sus errores (y los míos), la adoro porque sin importar cuántos años han pasado ella se las ha arreglado para estar conmigo incluso en los instantes en que nadie más pudo o quiso quedarse. La adoro porque de algún modo hemos madurado juntos, pero al reunirnos parece que el tiempo se ha mantenido inmóvil y basta que en nuestros rostros se dibuje una sonrisa para retornar una década.
Debo reconocer que alguna vez todo ese amor contenido traspasó los límites de la amistad, llegando a probar sus fugaces labios. Aún así, nuestra amistad siguió igual de fuerte tras las más duras pruebas a las que pueden enfrentarse una mujer y un hombre que comparten una relación así.

Morena mía, te quiero un montón. Desde la distancia te mando un abrazo rande, rande y un besote infinito, cosa que no te olvides que no te olvido y que no olvido que no me olvides. Te amo, negrita.
(continuará)
No comments:
Post a Comment