Me estoy ahogando en un trajecito azul que me obligaron a usar para no contaminar el pabellón...
Me aburro, tengo ganas de ir al baño, quiero que me operen luego...
La enfermera prepara al hombre que está en el sillón contiguo... me confunde el rostro inseguro de la mujer...
Voy al baño, ya no soporto más...
Veo mi rostro en el espejo, como si fuese la última vez que ambos ojos se mantendrán en su lugar...
Vuelvo al aburrido sillón, el hombre es llevado al pabellón...
La enfermera ha vuelto con cara de asustada... otra mujer le dice algo, bastante molesta...
El hombre retorna a su sillón, mi nombre suena en la sala de espera...
Me ponen unas gotas en el ojo izquierdo mientras me levantó.
De inmediato soy llevado a pabellón...
Alonso, mi médico, no sonríe como de costumbre...
Cuando ya estoy recostado en la camilla mira mi ojo izquierdo y grita...
"Recién le pusieron anestesia... ¡esto no puede pasar!"
Me preocupo... más que la ves anterior, en que el miedo parecía consumirme...
La doble dosis de ansiolíticos que me dieron no surte ningún efecto ante la repentina alza de adrenalina dentro del pabellón...
El dolor llega...
Mi ojo es cortado mientras Alonso dice que no me preocupe...
Mi "súper córnea" -como la han denominado por su grosor- soportará la operación a pesar de todo...
Salgo de pabellón... el dolor es tremendo...
Lo único que quiero es sacarme el ojo y dejar de sufrir, pero el protector plástico que pusieron en mi rostro me impide siquiera tocarlo...
La clínica ha quedado atrás, pero el dolor prevalece...
Quiero llegar a la casa y arrojarme sobre la cama, que el sueño se lleve el dolor de una vez...
Las horas pasan, caigo rendido por el cansancio...
El dolor ya se ha ido...
Todo ha terminado.
No comments:
Post a Comment